De la forma curva de la comprensión.

Comprender no es de ninguna manera lo mismo que conocer. El conocimiento representa un objeto a partir de los datos sensibles de las sensaciones, y las síntesis conceptuales que hacemos mediante el entendimiento o la razón. Así, cuando conocemos una silla podemos nombrar sus colores, sus propiedades y su definición universal. Dirigimos nuestra atención a la silla que tenemos “frente a nosotros” (física o menalmente). Podemos trazar una línea abstracta para figurar la dirección y forma que toma el acto de conocer. Así el conocimiento adquiere la estructura de la relación Sujeto — Objeto. La comprensión transgrede la dirección y figura de la relación de conocimiento. Se modifica la línea abstracta, ¿acaso no desaparece del todo? Con la comprensión la línea toma una dirección curva, y con el movimiento se traza un círculo. Ya no se trata de la relación sujeto-objeto sino de la co-pertenencia de existencia e interpretación. En la curva se ha querido ver la dimensión fundamental de la línea recta: ya sea en la forma cíclica del tiempo que aparece como la estructura oculta del aparente fenómeno lineal del progreso temporal, ya sea en la estructura de la Ciencia y de la Razón. Determinar la naturaleza y diferencias de esta diversidad de curvas implicaría el desarrollo de un investigación onto-topológica. Podemos al menos empezar por definir y analizar la forma curva de la comprensión. 


1.- En Ontología Hermenéutica de la facticidad podemos leer el incipiente proyecto hermenéutico de Heidegger.  Después de una breve, pero precisa revisión de la historia de la disciplina, el filósofo alemán nos expone su idea de comprensión, en el tercer parágrafo que se titula Hermenéutica en cuanto interpretación que la facticidad hace de sí misma. El título sugiere una concepción reflexiva de la comprensión. Reflexiva no tanto en el sentido racional al que puede aludir la palabra, sino en el sentido de la dirección curva que toma la propia interpretación: a) la facticidad tiene una disposición tal que tiende a esta interpretación de sí misma; pero también, recíprocamente, b) la hermenéutica es el modo en que la facticidad se dirige hacia sí. Estos dos puntos clave de la ontología heideggeriana plantearan una reconfiguración de la relación entre pensar y ser. Dado el carácter reflexivo de la dirección que toma la interpretación, la estructura de la comprensión -el vínculo entre hermenéutica y existencia– no se deja pensar bajo el esquema lineal unilateral. La relación tiene la forma curva del círculo. Incluso en la exposición más sencilla y elemental de la comprensión, esta refiere a su objeto de manera circular, lo cuál implica que la hermenéutica no tiene que salir de sí misma para alcanzar aquello a lo que se dirige. No hay algo que este fuera o más allá; ni tampoco algo con lo que se enfrente o que se oponga. Por ello la comprensión no tiene objeto (gegenstand). Esto se deriva del carácter singular de aquello a lo que se dirige la hermenéutica, es decir, la existencia

1.1.- Si prestamos atención a esta caracterización de la estructura de la comprensión podemos notar que la hermenéutica rompe con la estructura tradicional de la teoría del conocimiento tanto en la ciencia como en la Metafísica. Es decir, la comprensión no establece una relación con la existencia como la que se presenta en la ciencia y el objeto al que se dirige. Si llamamos, aunque sea impropiamente “objeto” de la hermenéutica (como las plantas son objeto de la botánica) diremos que ésta, la hermenéutica, se encuentra en su propio objeto (esto es, como si las plantas, lo que son y como son, fueran la botánica).1 Formulándola en términos científicos, la estructura de la comprensión seria absurda. Y es que, como decíamos, la existencia no es de ninguna manera tematizable de la misma manera que la ciencia investiga sobre sus objetos. En este sentido, la hermenéutica no es una disciplina objetivadora, sino algo cuyo ser es el del propio vivir fáctico.2 La comprensión es un modo de existir, y no un modo de conocimiento. Pero si rompe con la estructura de la investigación científica, es porque rompe con la relación metafísica entre Sujeto-Objeto. La oposición clásica, desde Kant, que expresa la forma general del conocimiento no es suficiente para explicar esta relación. Mediante la comprensión, la existencia no sale de sí misma, sino que se despliega así misma. Una distinta perspectiva de la relación, que a Heidegger le permitirá plantear su proyecto filosófico, está presente en la fenomenología trascendental de Husserl, que frente al espíritu positivista que hace énfasis en lo objetivo, rescata el carácter subjetivo de toda experiencia.3 Heidegger no se cansa de señalar este desvío pernicioso en la tendencia de las ciencias y la filosofía de la Europa de principios del siglo XX. Dicha tendencia no es algo accidental o arbitrario, sino que encuentra su explicación en la historia de la ontología misma. Desde un principio su tema (el de la Ontología) es el ser objeto, la objetividad de determinados objetos.4 Si se trata de hacer un planteamiento ontológico serio es necesario explicar cómo se constituye lo real desde la otra parte de la relación que en términos de Heidegger será la existencia. Por ello la existencia tendrá esta estructura de “investigación” distinta de la ciencia en dónde ella misma se refiere y se realiza a sí misma desde este modo particular de indagación hermenéutica.  En esto Heidegger establece una distinción entre, por un lado, el modo de tratar con las cosas presente en la ciencia y el sentido común; y, por otro lado, el sentido auténticamente filosófico. Filosofía y ciencia encuentran su distinción en que la estructura de auto-interpretación de la investigación filosófica rompe con la categoría de objetividad (gegenständlichkeit) excediendo la relación entre conocimiento y objeto; pero también el pensar filosófico se separa del mero sentido común puesto que la auténtica filosofía, como interpretación, se hace en cada momento de nuestra propia existencia: pensar, en el caso de la filosofía, no obedece a un esquema formal que sería el mismo de manera idéntica en cada individuo que piensa. El pensar filosófico, como interpretación, surge del propio existir fáctico de cada ocasión. Tenemos entonces por un lado el modo de conocer de la ciencia en la relación sujeto-objeto y el esquema formal vació del sentido común; y, por otro lado, la filosofía como el modo del conocer que se da en el vivir fáctico.5

2.- De esta distinción entre la filosofía-hermenéutica y la ciencia tenemos como consecuencia que la interpretación no es de ningún modo una forma de despejar errores o de acceder a la verdad. Sobre la pregunta, Heidegger dice que no se trata de acabar lo antes posible con ella, sino de mantenerse en ella lo más posible.6 ¿Qué rasgo fundamental descubrimos en este planteamiento ontológico? La comprensión y la existencia, a diferencia del conocimiento y su objeto, poseen un carácter, no teorético, sino práctico. Lo que había olvidado la ontología tradicional, en su tendencia objetivante, es el carácter práctico que se deriva de la existencia. Por ello la interpretación como modo de indagación existencial es algo en lo que hay que permanecer. Mantenerse en la interpretación significa existir. Y existir no es más que permanecer en el trato con las cosas “no los objetos”. Resuena ensordecedoramente el eco del maestro, reconocido y luego negado, que dice “volver a las cosas mismas”. Pero aquí las cosas mismas aparecen en el trato que desde nuestra existencia tenemos con ellas. Es decir, nos encontramos con las cosas en el mundo desde su “para-qué”: la mesa que es para sostener los platos donde comemos, los papeles donde escribimos, los textos que leemos, etc; y no la mesa como sustancia hilemórfica o como una cosa entre cosas. Y la comprensión se pone en juego en la significatividad que surge de nuestra relación práctica con las cosas: así la realidad no es algo verdadero o falso, algo que haya de explicar a través de la subjetividad o de la objetividad, sino algo con lo que nos encontramos y nos relacionamos pragmáticamente.

2.1- En este sentido es que Heidegger dice que comprender es ser. Es decir, comprender es vivir, existir, en cada ocasión, en cada momento. La filosofía como comprender entonces no se dirige al ámbito de las esencias, lo eterno, lo infinito o la totalidad. La comprensión tiene pretensiones mucho más humildes.  Las propias categorías que se derivan de la comprensión, a diferencia del conocimiento, no son fijas, universales, formales, puras e inmutables. La comprensión teniendo como campo la vida fáctica, produce sus “categorías” en relación con el acontecimiento del vivir en el mundo. Es engañoso el lenguaje grandilocuente del que Heidegger frecuentemente hace uso cuando habla de una destrucción entera de la tradición metafísica; cuando usa palabras como originario, fundamental, esencial, auténtico; cuando nos invita a “otro comienzo del pensar”. Pero como hemos dicho, lo que nombra con todas estas frases y palabras, tienen, como la comprensión, un propósito más humilde (Hay que mantener aun así una sospecha contra esta pretendida humildad en Heidegger. No un rechazo radical contra su filosofía como tal, sino contra, si se nos permite la expresión, el uso que Heidegger hace de su propia filosofía: que no es sino “la” filosofía pues no es tanto que la filosofía le pertenezca a alguien. Vale la pena mencionar la lectura que uno de sus alumnos más cercanos, Karl Lowith, hace de la actitud de rechazo que Heidegger sostuvo frente al ofrecimiento de la plaza en la Universidad de Berlín. Para Lowith, el rechazo que Heidegger justifica en su breve texto Por qué permanecemos en la provincia, más que deberse a la preferencia humilde por la vida entre campesinos, se debe a una seguridad que le proporcionaba la provincia alemana. Frente a la posibilidad de ser un desconocido entre la multitud de académicos y científicos de Berlín, es mejor ser un pequeño rey en Friburgo).7 Heidegger quiere dirigir la filosofía al horizonte de lo cotidiano, de la existencia diaria. Con esta pretensión en la mira, Heidegger habla de la destrucción o estrategia de desmontaje que está íntimamente ligada a la concepción de la hermenéutica. Tenemos ahora en el presente múltiples estructuras perfectamente acabadas y disponibles que nos ofrecen una copiosa cantidad de categorías que nos permiten comprender nuestra existencia y la relación que tenemos con el mundo.  Sin embargo, todas estas categorías, tomadas así como se nos presentan, lejos de acercarnos a la existencia, obstaculizan su despliegue temporal, fáctico y ocasional. La comprensión de la existencia y del mundo es algo que surge de este encuentro, y no algo ya dado. La estrategia de desmontaje consiste entonces en una indagación hermenéutica de la propia tradición para descubrir la propia experiencia fáctica, el encuentro original de la cuál ella surge. Solo así, la tradición como estructura de comprensión, se apropia y no se posee como el erudito que acumula conocimiento. Apropiada en este sentido, la comprensión recupera su dirección hacia sí misma, su flexión curva, figurando el círculo. 

3.- La existencia se apropia realmente de sí por medio de la comprensión. La vida acepta su posibilidad de ser cuando adquiere la dirección reflexiva del círculo.  Pero en filosofía no solo encontramos la estructura circular de la relación entre pensar y ser en la concepción heideggeriana de la interpretación. En la Ciencia de la lógica Hegel proponer salir de la oposición sujeto-objeto con la misma transformación reflexiva de la relación entre pensar y ser. De este modo la ciencia pura presupone la liberación de la oposición de la consciencia La ciencia contiene al pensamiento en la medida en que él es, precisamente de la misma manera, la Cosa en sí misma, o bien, contienen a la Cosa en sí misma en la medida en que ella es, precisamente, de la misma manera, el pensamiento puro. 8 Para Hegel, como para Heidegger, el más alto desarrollo del pensar solo es posible más allá de la pura comprensión de la objetividad que tanto ha dominado la historia de la ontología. La misma dirección reflexiva de la interpretación acontece en la Ciencia de Hegel dónde el pensar no tiene al ser -la Cosa en sí misma- cómo algo más allá del propio pensar mismo. El pensar mismo es la Cosa en sí misma. Pensar es ser y ser es pensar. Dicho en otras palabras, lo verdadero es, en la misma medida, tanto sujeto como sustancia. Heidegger mismo, ya desde Ontología Hermenéutica de la facticidad, anticipa una crítica a Hegel y la pretendida superioridad que pregonan los hegelianos de la dialéctica por sobre la fenomenología. Y decimos que “anticipa” pues Heidegger confrontará gran parte de su filosofía con el Idealismo hegeliano. Pero lo que ahora interesa son las sorprendentes similitudes que también encontramos ya desde el mismo texto y que también plagarán toda la obra del filósofo de la Selva Negra, como lo han señalado Malabou, Laruelle o el mismo Deleuze. Razón y comprensión comparten la misma estructura reflexiva-circular que rompe con la distribución sujeto-objeto. Ambos critican la metafísica del entendimiento y la teoría del conocimiento, respectivamente, y es que ambos están tratando de criticar la forma en que se ha interpretado la obra de Kant. Hegel ataca el desarrollo que tiene la filosofía crítica en Fichte y Jacobi, mientras que Heidegger la interpretación epistemológica que los neokantianos hacen de la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura.  Razón y comprensión sostienen la denuncia contra el enunciado pensar o ser: una tesis disyuntiva a la que esta condenada la oposición de la relación sujeto-objeto. Razón y comprensión sostienen la afirmación que dice pensar y ser: dónde la comprensión es ya existencia y la Ciencia es ya la Cosa en sí misma.

3.1- ¿Qué significa esta afinidad estructural que la hermenéutica heideggeriana comparte con la racionalidad de Hegel? ¿No confirmaría la idea hegeliana en dónde la finitud existencial, lejos de ser el límite de la racionalidad, es el presupuesto fundamental de una Razón absoluta, de un buen infinito? Ciencia en Hegel quiere decir “explicación racional de la totalidad de lo real”. Lo verdadero es el Todo, dónde la verdad se ve sin velos en y para sí misma. El reino del pensamiento puro es la exposición de Dios tal como él es dentro de su esencia eterna, antes de la creación de la naturaleza y de un espíritu finito.9 Para Heidegger comprensión no quiere decir de ninguna manera totalidad. Comprensión quiere decir el modo en que estamos despiertos y atentos ante nuestra vida en cada momento. Mientras que la Razón se despliega en el reino de las sombras, la comprensión acontece en la cotidianeidad de la vigilia. A la comprensión -que excede la relación sujeto-objeto- no le aparece el mundo absolutamente revelado, como un Todo dónde la existencia se reconoce a sí misma. Con la comprensión la existencia no se reconoce en el mundo, como el sujeto en la sustancia, sino que se encuentra con el como algo con lo que se trata. Y se trata con el por que el mundo no puede reducirse a un Todo en dónde la existencia se explica a sí misma.  La hermenéutica no tiene por objetivo la posesión de conocimientos, sino un conocer existencial, es decir, un ser10 dice Heidegger. Levinas comparte esta crítica a Hegel, acusando la relación de posesión que se da en el despliegue de la Razón pura. La inmanencia de lo conocido al conocer es ya la práctica encarnada del apoderamiento, el cual no vienen a agregarse como una magia a la “impotente espiritualidad” del pensar, ni consiste tampoco en asegurarle las condiciones psicofisiológicas, sino que pertenece a la unidad del saber, donde el Aufassen (concebir) es también, o fue siempre, un Fassen (apresar).11 Martin Buber es aún más contundente al esclarecer la dirección reflexiva de la existencia, distinguiéndola de la reflexión racional-cognoscitiva. La posibilidad de la verdad reflexiva no significa, por cierto, una posesión cogitativa del ser, sino una relación cogitativa real con el ser.12  Para Buber, como para Heidegger, la relación sujeto-objeto, que Buber nombra bajo los términos yo-eso, impide describir las condiciones en las que se da la existencia y el vivir fáctico. El filósofo austriaco pensara también en esto, pero ya no en términos del encuentro de la existencia consigo misma, sino de el encuentro de la existencia con lo absolutamente otro, la relación entre el Yo y el Tú. Un Tú que no se deja explicar tal como la consciencia explica el objeto en la relación Yo-Eso. El Tú es irreductible al esquema del entendimiento pues excede toda forma de representación -tal como, contra el protestantismo de Hegel, el Dios hebreo se sitúa en un trascendencia absoluta-. Así también la existencia en la facticidad solo es comprensible a partir del aquí de cada momento: es decir, en la temporalidad. Podemos emparentar en una alianza más orgánica a Heidegger con Levinas y Buber. En sus planteamientos filosóficos se desarrolla una profunda crítica a la relación de posesión, apropiación y reconocimiento presente en la Razón hegeliana. Y es la comprensión dónde Heidegger encuentra esta concepción existencial de la reflexión donde el pensar regresa del conocimiento a la vida. En este sentido la comprensión toma la existencia y a las cosas no como algo que hace suyo, con lo que se iguala e identifica en la revelación absoluta de la verdad, sino como algo irreductible con lo que tiene un auténtico encuentro. 

Bibliografía:
  • Heidegger, Martin. Ontología Hermenéutica de la facticidad, Ed. Alianza, Madrid, 2017.
  • Lowith, Karl. My life in Germany before and after 1933, Ed. University of Illinois, Chicago, 1994.
  • Hegel, G. W. F. Ciencia de la lógica, Ed. Abada, Madrid, 2011
  • Levinas, Emmanuel. Ética cómo filosofía primera. (http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/)
  • Buber, Martin. Eclipse de Dios, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2022.

  1.  Heidegger, Martin. Ontología Hermenéutica de la facticidad, págs. 33-34, Ed. Alianza, Madrid, 2017.
  2.  Ibid. pág. 33.
  3.  Heidegger se separará profundamente del proyecto husserliano, sin embargo, queremos señalar ahora las afinidades y continuidades con el planteamiento fenomenológico. Por un lado, el interés por problematizar la experiencia y la vivencia del sujeto; y por otro, la crítica a esta tendencia objetivadora de la filosofía y la ciencia.
  4.  Ibid. pág. 19.
  5.  Ibid. pág. 37.
  6.  Ibid. pág. 39.
  7.  Lowith, Karl. My life in Germany before and after 1933, págs. 32-33. Ed. University of Illinois, Chicago, 1994.
  8.  Hegel, G. W. F. Ciencia de la lógica, pág. 199, Ed. Abada, Madrid, 2011.
  9. Idem
  10.  Óp, cit. Heidegger, pág. 37.
  11.  Levinas, Emmanuel. Ética cómo filosofía primera, págs. 11-12. (http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/)
  12.  Buber, Martin. Eclipse de Dios, pág. 70, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2022.

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